Resulta como mínimo interesante leer la entrada dedicada a los vampiros en wikipedia (
Vampiro-->wikipedia) y entender que la fama que han conseguido a través de la literatura, el cine o los videojuegos, queda relegada cuando reflexionamos conscientemente sobre la enorme trayectoria del origen del término o de las referencias a lo largo del folclore, no solo en ciertas regiones, si no en muchas y variadas culturas.
La creación del vampiro como tal es posiblemente resultado de la conciencia general manifestando de algún modo la personificación del mal, de aquella parte impulsiva y grotesca del ser humano, la brutal, la animal y depredadora. Aunque existan variaciones en cuanto a las características, incluso en lo que se refiere a la forma de nombrarlos, estos seres son la cara oculta, el lado tenebroso y siniestro que de algún modo descubrimos latente.
Aunque si nos paramos a relacionarlo con el pensamiento puritano y excesivamente moralista de la religión católica-cristiana sistematizada, este ser representaría una variación herética del diablo, una figura demónica. Puede que nos agrade tanto en la ficción porque de alguna manera se trata de una liberación del constreñido estándar del bien perfecto, el normativo del buen samaritano, de no pecar en absoluto. Y así el vampiro sería la liberación lascívica de la lujuria, la gula a un nivel horroroso, caníbal, incluso, y también añadiría la soberbia y la avaricia.
La figura del vampiro resulta atrayente nada más y nada menos por el poder que siempre rezuma, incluso si es horrendo y pérfido, esa superioridad vital de la inmortalidad y depredador son características que como seres efímeros que somos nos dan curiosidad e interés, dándonos juego para expandir nuestra imaginación sobre el tema.